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Que las hay, las hay... (I Parte)

Lo decretó en 2005 el otrora Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Leon Arslanián, por intermedio de la resolución número 1.084/05: "Resulta necesario y primordial actualizar y mejorar la infraestructura de los estadios deportivos con el objeto de optimizar el servicio de seguridad que los espectadores requieren".



Así, Arslanián prohibió desde 2006 los partidos de fútbol de Primera división en canchas de tablones y ordenó la paulatina clausura de las tribunas de madera que dejaron de exisitir en 2007 en la Primera B Nacional y, de acuerdo a la norma todavía vigente, también deberían correr la misma suerte los clubes militantes de la Primera B, C, D y de los Torneos Argentinos A y B.

De este modo, además de los ya conocidos casos de Estudiantes de La Plata y Chacarita, otros clubes de menor embergadura sufrieron clausuras en sus estadios y disminución en la capacidad de éstos. Tal es el caso del club San Miguel, una de las canchas modelos de la cuarta división venida abajo por la imposibilidad de usar tres de las cinco tribunas que todavía poseé.

Otras instituciones del Conurbano bonaerense o del interior de la Provincia se adaptaron de distinta forma. El Club El Linqueño, cementó los antigüos tablones que le compró a San Lorenzo a principios de los 80 en el desgüase del Gasómetro de Avenida La Plata.

Claro que las reglas no son para todos iguales. En la misma categoría que San Miguel, aunque fuera de la jurisdicción del CoProSeDe, en Rosario, el club Argentino de esa ciudad sí puede utilizar sus tribunas de madera al igual que muchas otras entidades del interior del país. Como se refleja en muchas normativas en el fútbol argentino, la Capital Federal, la provincia de Buenos Aires y el interior del país caminan a destiempo y sin aplicar rigurosamente lo que sus gobiernos legislan o lo que la FIFA sugiere.

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