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Primero hay que saber sufrir

El Centenario, colmado como siempre. 4 millones de celestes empujando a 11, que quieren volver a la plana mayor del fútbol mundial. Una cita con el destino, que parecía accesible, más después del 1 a 0 logrado en la excursión a tierras ticas. Pero, como ya nos tiene acostumbrados la Celeste, si no se sufre no se disfruta.



Uruguay empató como local 1 a 1 con Costa Rica en la vuelta del repechaje Sudamérica-Concacaf y se convirtió así en el 32º país en ganarse una plaza para Sudáfrica. Si, el último.
Los dirigidos por Tabárez se habían puesto arriba gracias al gol de Sebastián Washington Abreu, pero a los pocos minutos empató la visita, de la mano de Centeno. A partir de ahí se armó el clásico partido uruguayo de eliminatorias: trabado, peleado en la mitad de cancha y con un resultado que puede convertirse tanto en derrota que los deja con las manos vacías o victoria agónica y heróica (como el 3 a 1 frente a Colombia por estas eliminatorias).

Esta vez fue empate. Y alcanzó para llegar a Sudáfrica. Festeja el Enzo, festeja Ruben Paz y Paolo Montero. Festeja el Negro Jefe Obdulio Varela, el Pepe Schiaffino y Ladislao Mazurkiewicz. Pero también festejan China Zorrilla, Laport y Natalia Oreiro. Y festejan Pepe Mujica y Tabaré. Y festejan Galeano, Benedetti, Zitarrosa y Onetti.

La celeste vuelve al Mundial, como en 2002 cuando también entró tras ganarle el repechaje a Australia. Hoy, mi vecino uruguayo está feliz como argentino triste.


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