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"NO SOY NINGÚN MUERTO"

Hijo del Sur: Jugó en la reserva de Independiente de Avellaneda, San Martín de Burzaco, Temperley y ahora lo hace en Talleres de Remedios de Escalada. Siempre en el ascenso. Lejos de los abultados salarios que perciben sus pares de Primera A. Por eso, para llegar a fin de mes, Daniel Saranzotti entrena por la mañana y fabrica ataudes por la noche.

"Tumba", como lo llamaban sus ex compañeros del Rojo, trabaja en su casa junto a su papá "Cacho", de quien heredó la particular empresa familiar de los Saranzotti, donde también conoció a su mujer Carina. Por cuestiones de trabajo, claro. Ella es del mismo "palo": Trabaja en una cochería.

"Yo tengo que darle de comer a mi familia y esto es un trabajo digno, no vivo de la desgracia ajena", subraya Saranzotti, quien además también confiesa que no le teme a la muerte: "Sólo tengo miedo a no ver más a mis íntimos, si me dicen que allá arriba voy a estar con mis viejos, mi mujer y mi hija me moriría tranquilo".

Como no podía ser de otro modo, al arquero lo caracteriza el humor negro y, aprovechando su oficio, lo utilizó para asustar a personajes varios. La primera víctima fue su técnico de inferiores en Independiente, Héctor Omar Cerrillo, en un torneo juvenil que se jugó en Mar del Plata.

Resulta que el DT era hipocondríaco y, muchas veces, llegaba a usar su enfermedad como cábala. Según el arquero, "todo el día decía que se iba a morir".

"En aquel torneo hacía que agonizaba, entonces aproveché que tenía un metro y lo empezamos a medir. Justo se levantó y se cagó todo", recuerda con una sonrisa quien, años más tarde, se animó a meter en un cajón al preparador físico del entrenador Gustavo De Giuli.

Eso sí, aclara: "Como arquero no soy ningún muerto".

Para cuatrodepunta, Alejo Diaz.

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